Semana Santa en Reconquista. Una anécdota para las rondas de fernet que vendrán.
"¡Al final soy un bufón!", dijo Fede, que con sus 31 años y toda su esquizofrenia salió dando un portazo. En realidad entró a la casa. Es que ese domingo estábamos en el quincho de la quinta de Pamela, a la que habíamos ido a visitar para Semana Santa.
Esa misma tarde Jimena, Virginia, Gabriela, Silvina y Pamela habían decidido hacer algunos mandados. Brazos, piernas y almohadas de siesta repartidos por toda la casa no dejaban hablar en voz alta ni prender el televisor. Y como el día era soleado en el calor de enero pero a fines de marzo en la verde Reconquista, las chicas salieron con el mate rumbo al supermercado. O eso dijeron.
Río y fotos; Avellaneda y fotos; torta fritas y fotos; tardaron horas en lo que dijeron iba a ser una pasada rápida por entre las góndolas. Es que la caminata entre las latas de conserva y el pasillo de frutas y verduras se extendió hacia la rivera del Paraná y la ciudad vecina, una pintorezca comunidad que se jacta de hermosas casas, hermosa plaza y hermosa fuente.
De los somnolientos que quedamos en la quinta, cuatro decidimos salir del letargo de los 37 grados y rumbear hacia el centro. Sin música, eso está claro.
Cuando llegamos a Damevin -la heladería con aroma a vainilla, chocolate y café más tradicional de Reconquista- vimos a las chicas comprando docenas y docenas de alfajores santafesinos para llevar de regalo. Hacía tres horas que habían dejado la casa.
A pesar de haber gastado la palabra puerto durante todo el fin de semana para dejar en claro que él debía conocer el lugar, Federico no se había levantado de la siesta. Claro, Pamela y las chicas se habían llevado el auto para ir al super. El río no era una posibilidad en ese momento.
Cuando volvimos a la quinta, y por decisión unánime de los 12 amigos que éramos, todas las cámaras digitales se fueron acercando a la mesa del quincho, donde estaba la computadora de Silvina. Una vez que las casi 500 fotos estaban guardadas, improvisamos una tribuna atrás de la pc y comenzó el show de esa Semana Santa inolvidable que todavía no había terminado.
Retiro y fotos; piquete de productores agropecuarios en San Justo y fotos; gancia en la pileta y fotos; noche descontrolada en Betty Boop y fotos. Y de golpe río y fotos; Avellaneda y fotos; torta fritas y fotos. Y escándalo.
Los dedos gorditos de Silvina corrían la maratón de su vida sobre el mouse, pero las imágenes de la escapada al puerto no pasaron desapercibidas. La fuerza con que estábamos conteniendo la risa era la misma fuerza con que Federico había insistido en ir al río todo el fin de semana. Nuestro drama queen estalló de bronca y el resto de la risa. "¡Al final soy un bufón", gritó, y antes de hacer la salida más dramática después de Silvana Suárez en el programa de Mirtha, sentenció con voz de enfermo terminal: "no voy a hablar nunca más con ustedes". Coronó la escena con un magistral portazo.
Demás está decir que una hora más tarde Federico y los que no habíamos ido al puerto con las chicas estábamos sacándonos la respectiva foto a orillas del Paraná. El enojo duró poco pero la anécdota va a circular por años en las muchas rondas de fernet que vendrán.
Según el maravilloso protagonista de esta historia, la rivera de Reconquista y el paseo por Avellaneda bien valieron el grito, los nervios y la estela de polvo que dejó la puerta cuando chocó contra el marco de madera.
Mientras tanto, entre trago y trago, los 11 bufones ya estamos planeado el próximo viaje para reencontrarnos con nuestra docena. Pamela, tendrás que comprar un colectivito. Pronto estaremos de vuelta por el Paraná del norte santafesino. Es una promesa, no una amenaza.
J.L.
Dibujo de http://secreperiodico.files.wordpress.com/.
Mi muy querida Juli: cada vez que lo leo me aprece más y más placentero :=) Y lo mejor es que lo recuerdo todo, con risas frente al monitor y hasta la emoción de una pequeña lagrimita porque extraño, los extraño, te extraño y eso me pesa de a ratos. Sólo me consuela en soñar con el reencuentro. Besos de a montones. Te quiero
ResponderEliminarGaby
jajaja ahora que lo veo mientras escurro la lagrimita esquiva, es que tan anónima no soy, no? nunca fui de pasar muy desapercibida que digamos ;) Más besos...
ResponderEliminaryo...para cumplir con el anonimato