Por Julieta Lucero
Mientras instituciones del Estado salteño, como la biblioteca provincial Atilio Cornejo, conmemoran el Día de la Raza y otras, como el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), rechazan su nominación, la calle 12 de octubre de la ciudad de Salta está en proceso de convertirse ya no en una fecha de llegada, sino en un punto de partida para los habitantes del barrio Luján.
Según los libros escolares, hace 517 años que Colón pisó por primera vez América. Pasaron sólo 60 años desde que existe Villa Luján y, para suerte de los vecinos del lugar, todavía nadie los “descubrió”.
Menos tiempo aún, hace casi cuatro meses que el centro vecinal de la zona, delimitada por las calles Junín, Arenales, Luis Güemes y Entre Ríos, tiene nueva comisión directiva. Según su presidenta, Carmen Sarmiento, no aceptan espejitos de colores: “el objetivo es que la gente trabaje en conjunto. No queremos entregar tarjetas, ni bolsones, ni chapas, ni terrenos, queremos colaborar para que se puedan ganar dignamente el pan”.
En el barrio viven unas 6.800 personas, de las cuales unos 3.500 son niños y jóvenes. Si bien el desempleo y el paco no son parte de la cotidianeidad de la mayoría, tanto la comisión directiva como aquellos que participan y asisten a las actividades están trabajando para que no se conviertan en parte del paisaje.
“Por suerte, no estamos tan afectados por la droga, como en otros lugares, pero queremos rescatar a los que ya están y que todos los más chicos tengan un lugar de referencia, que sepan, por ejemplo, que acá pueden dedicarse al deporte”, explicó Carmen.
Es que desde que la lista de la presidenta y ama de casa ganó las elecciones, allá por junio de este año, no esperaron que las bondades pre-electorales asistan las necesidades del barrio. “Nos reunimos con legisladores provinciales, como Santiago Godoy y Eduardo Romero; con Gonzalo Quilodrán, del Ejecutivo; con Gastón Galíndez, del municipio, y con otros funcionarios. Queremos que sepan qué estamos haciendo cosas por nuestro barrio y que necesitamos del apoyo del Estado para llevarlas adelante, para capacitarnos y generar trabajo”.
Sin esperar la “conquista”, salir a buscar recursos ya comenzó a rendir sus primeros frutos. Hace más de un mes que comenzaron a dictarse cursos de computación para unos 40 adultos los días viernes. Cuando se completen las ocho semanas curriculares, los alumnos recibirán un certificado emitido por la Municipalidad.
Además, se convoca asiduamente a la comunidad y se ofrecen charlas dictadas por profesionales desde mediados de septiembre. Dentro de lo que denominaron “Jornadas de estrategia para la prevención social”, los temas incluidos son: prevención en violencia familiar, adicciones, familia y valores, sentimiento navideño.
“La idea es lograr que vuelvan los principios de la familia. En las próximas semanas ya vamos a tener un merendero funcionando en las instalaciones del centro, pero no queremos ser un depósito de niños. Queremos que las madres se queden y trabajen con nosotros, que colaboren y se mantenga el sentido familiar a pesar de las dificultades económicas”, explicó Carmen.
Al 2200
La calle 12 de octubre nace en la avenida Virrey Toledo –español a cargo del virreynato del Perú cuando asesinaron a Tupac Amaru-, atraviesa el Parque 20 de febrero -que rememora una de las batallas de la independencia nacional contra el Imperio-, y termina una cuadra después de la esquina donde se encuentra el centro vecinal de Villa Luján, denominado Latinoamérica. Paradojas de la planificación urbana si las hay.
El edificio ocupa una manzana entera. Tiene el local de la esquina, donde funciona la oficina, dos espacios más, alquilados a vecinos que instalaron una bicicletería y una peluquería, y un cuarto lugar, “del tamaño de una habitación”, explicó otro miembro de la comisión directiva. Desde ahí trabajan los bomberos voluntarios de la Brigada Solidaria. “Esa es otra de las cosas por las que estamos luchando. El servicio que prestan esos jóvenes es imprescindible, no queremos que se vayan del barrio, y necesitamos un lugar más grande donde puedan trabajar mejor”, se quejó Carmen.
Hacia atrás, el centro cuenta con aulas que se extienden a los costados de una cancha de deportes. Están esperando techarla y finalmente concretar el polideportivo que reclaman, para que los chicos tengan un lugar a donde ir y actividades en las que ocupar su tiempo y desarrollarse. Todavía están esperando que el proyecto se ponga en marcha, promesa que hizo el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Godoy.
Con el dinero que cobran de los dos alquileres, más la cuota mensual de 1 peso, que reciben de los casi 100 socios, Latinoamérica alcanza a cubrir gastos de mantenimiento básicos. “El resto se trabaja a pulmón, por eso es importante que la relación con el municipio y el gobierno de turno, no sólo con este, sea fluida”, agregó la mujer.
“Apenas asumimos, lo primero que pedimos es la limpieza del Canal del Oeste”, afirmó la presidenta. Si bien no tuvieron casos de dengue en la última temporada de lluvia, el espíritu previsor parece guiar a los vecinos del barrio. “Tras el pedido, ya limpiaron el 80 por ciento del canal. Además, pedimos a Tránsito que levante los autos estacionados que son chatarra, para evitar que haya agua acumulada y proliferen los mosquitos”, explicó.
Proyectos
Además del polideportivo y el merendero, desde el centro están planeando salir puerta a puerta para convocar a los vecinos y formar cuadrillas. El objetivo es cuidar y mejorar la calidad de vida: “mantener la limpieza, que no ensucien el canal, por ejemplo”.
Otra idea es la bolsa de trabajo, para la que ya se anotaron entre 60 y 70 personas. “Muchos jóvenes vienen a pedir empleo; otros, cosas para la casa. En lugar de entregar nada, decidimos anotarlos para solucionar el tema laboral. Ya estamos trabajando en eso”, dijeron desde la comisión directiva.
Y mientras Carmen explicaba de la feria de frutas y verduras que quieren hacer, y la posible comercialización de productos hechos por los mismos vecinos, al local entró una chica para averiguar por los cursos que ofrecían: “quería saber, porque mi marido es maestro tapicero, trabaja para el servicio penitenciario, pero por ahí podía dar clases acá también”. Según dijo Carmen, desde que usan como oficina el espacio que da a la calle, y no uno interno como hasta hace unos meses, el movimiento de gente es otro. Hay un ida y vuelta que antes no existía.
Ni este, ni en otros 12 de octubre, en Villa Luján los vecinos vieron llegar por el Canal del Oeste a la Santa María, a la Niña o a la Pinta. Desafiando la historia y al urbanismo, en Latinoamérica no esperan. Ni Virrey Toledo, ni corona española de la que libertarse, ni Día de la Raza, al 2200, Latinoamérica acciona.
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