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Presupuesto Cero

El Estado hace meses que se quedó sin dinero para tratar las adicciones. Una nueva ONG pretende aportar al cambio, pero aún no consigue un acuerdo con el área a cargo del tema. Sin políticas serias o presupuestos a medida, los responsables siguen sin amanecer.

Por Julieta Lucero

La Fundación Despertar, para la rehabilitación de jóvenes adictos, cuenta con personería jurídica hace meses, pero todavía espera la firma del convenio con la Secretaría de Lucha contra las Adicciones que le otorgue el financiamiento necesario para comenzar a funcionar. También esperan los chicos que quieren dejar de consumir paco y los padres, que no encuentran respuesta en un Estado flaco en presupuesto y, en consecuencia, sobrepasado por la demanda de camas y tratamientos.

Hace más de una semana que el pastor y adicto rehabilitado Eduardo Moreyra, director de la institución, pidió audiencia con el ministro Claudio Mastrandrea. De ese funcionario depende la firma del convenio, porque la cartera de Adicciones no está bajo el ala de Salud, como la lógica parecería indicar, sino del Ministerio de Desarrollo Humano.

“Hay disposición de la Secretaría, pero nos dijeron que no tienen presupuesto, así que todavía estamos esperando qué dicen de más arriba”, explicó Moreyra. Es que hace más de un mes que desde la dependencia de Gustavo Farquharson se aprobó un subsidio de 4.500 pesos para que Despertar pueda alquilar una casa donde funcionar como hospital de rehabilitación, pero eso no alcanzó más que para pagar el primer alquiler y poner el lugar en condiciones según establece la habilitación de la municipalidad, que ya está en trámite.

“Tenemos chicos que nos están esperando, que nos siguieron de la fundación anterior donde trabajábamos, y muchos otros con los que estoy en contacto permanente”, agregó Moreyra. Son adolescentes entre 12 y 23 años que están a la deriva hasta tanto empiecen a tratarlos, cosa que no se puede hacer si no se garantiza la continuidad del proceso.

Cómo surgió

El equipo profesional de Despertar no se formó de la noche a la mañana, vienen trabajando juntos desde hace más de un año, cuando ingresaron al Programa Camino a la vida, de la Fundación Desarrollo 2000. Dependiente de la evangélica Asamblea de Dios, esa institución decidió despedirlos para reemplazarlos por voluntarios que no cobraran. Si bien el destino que iba a tener el dinero a ahorrar no fue revelado en el momento, según los titulares de la ONG transmitieron a Moreyra, la razón era estrictamente metodológica: “querían cambiar la orientación del programa y acentuar la parte espiritual”.

El personal que recibió las cartas documento de despido fueron dos psicólogos, tres operadores, una secretaria y el director del programa. Sin embargo, dos días después, desde Desarrollo 2000 se arrepintieron -o tal vez sin profesionales no calificaban para el convenio con el Estado-, e intentaron retrotraer la situación, pero “qué confianza les puedo tener, hubo falta de transparencia”, explicó el actual director de Despertar tras ser consultado por qué decidió apartarse.

Ya fuera de Camino a la vida, el equipo decidió comenzar su propio proyecto, que se ocupa de forma integral de los jóvenes adictos: de lo psicológico, lo social, lo espiritual y la capacitación en oficios. La directora terapéutica del tratamiento, la psicóloga Ana Inés Padilla, afirmó que “la visión es la misma que la anterior, pero la diferencia es que antes éramos empleados, ahora tomamos decisiones”. La estructura se repite, porque fueron ellos quienes la crearon.

Padilla detalló la modalidad del tratamiento, que puede variar en ambulatorio, hospital de medio día –mañana o tarde-, o completo –de 8.30 a 17.30-. El proceso consta de tres etapas. Primero, la admisión, en la que se entrevista al chico y a la familia, se lo inserta en grupos de adaptación y luego se diagnostica el tipo de atención que necesita. La segunda es la de tratamiento, dividida en desintoxicación, deshabituación y normalización. Tercera, la etapa de reinserción y seguimiento. El fin último del programa es la reeducación del adicto, “porque si los internan, como se hace en la Betania, cuando salen se encuentran que la realidad en la que vivían no cambió. Los que tienen que cambiar son ellos, entonces”, concluyó la psicóloga.

El quid

Si bien existen otras instituciones que se encargan de la misma problemática, la gravedad de la tardanza en la firma del convenio entre Despertar y la Secretaría tiene, por lo menos, dos matices.

Por un lado, el mencionado desborde que hace años sufre el Estado a la hora de tratar la problemática de la drogadicción, ya sea por falta de presupuesto, de planificación, por desinterés o desidia, o por el desmedido aumento de víctimas de la drogas, especialmente el paco, en una provincia en donde hay más aeropuertos privados que aviones y en la que regularmente llueven paquetes de cocaína.

Según confirmó el mismo secretario de Lucha contra las Adicciones, Farqhuarson, el dinero anual que maneja su área es de tres millones de pesos, que se terminaron antes de mitad de año. El funcionario explicó que, contando los centros de apoyo satélite, reciben unas 50 consultas por día, 18.000 al año. En la edición de la semana pasada, Cuarto Poder calculó que, suponiendo que 8.000 no tuvieran asidero, la cantidad de personas que tendrían la posibilidad real de acceder a un tratamiento estatal de internación no alcanzaría el 0,5 por ciento de los que consultaron. Con veinte camas siempre ocupadas en el centro de Betania y algunas más que se habilitarán durante la primavera, la comparación de números resulta irrisoria.

Por otro lado, hay que tener en cuanta que la mayoría de las instituciones que tratan la problemática se ocupan de jóvenes de 18 en adelante. “Somos pocos los que nos encargamos de los más chicos, que hace menos que consumen”, afirmó Padilla. Cuando les tocaba tratar hermanos y se complicaba el proceso, la psicóloga explicó que tienden a derivar al mayor, con más probabilidades de ser atendido en otro lugar.


Sin poder funcionar oficialmente y con familias que están esperando hace meses para encontrar una salida, Despertar está en pie, pero no caminando. Y a los chicos les ofrecen, los chicos compran, consumen y vuelven a comprar. El más rudimentario círculo comercial del capitalismo narco funciona. El Estado, trastabilla.

  • Publicado en el semanario político Cuarto Poder. Salta. Agosto 1, 2009.
  • Foto Crítica Digital

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