Barrios. Por: Julieta Lucero
Calles de tierra y barro se esconden entre la zona céntrica y el Grand Bourg. Durante 16 años fue ignorado por autoridades municipales y provinciales, pero el miércoles pasado, después de un corte de calle y quema de gomas justo antes de la curva que sube a la gran villa burguesa, el barrio Nuestra Señora del Carmen salió del anonimato.
El humo y las más de cien personas, que esa mañana pedían por la urbanización del lugar, llamaron la atención del gobernador Juan Manuel Urtubey, que se acercó a hablar con los vecinos.
La medida de fuerza fue tomada luego de que la comisión que lleva adelante la lucha agotara todas las vías burocráticas para el tendido de los servicios. El modo de protesta piquetero -“una plaga peor que el dengue”, según se refirió ayer a la mañana el intendente de Mosconi, Isidro Ruarte- fue el único recurso que atrajo a un alto funcionario y revivió el reclamo de luz, agua, gas, cordón cuneta e iluminación de las más de 600 propietarios de la zona.
Calle abajo, rodando voy; calle arriba, no
La mejor manera de dar instrucciones para llegar al barrio es indicar a los visitantes que sigan la continuación de la calle Entre Ríos, Guerra Gaucha, hasta encontrarse con el Templete de San Cayetano. Una vez allí, hay que doblar a la izquierda y avanzar unos cien metros, hasta donde se termina el asfalto. Esa es la entrada más cercana al centro que tiene Nuestra Señora del Carmen.
En la esquina, junto a varios vecinos, esperaba Hugo Cruz, presidente de la comisión del barrio. El paisaje que rodeaba al líder comunal era, por sobre todo, verde: los altos pastos a los costados de un ripio erosionado por el agua indicaban la falta de mantenimiento por parte del municipio.
Los terrenos fueron comprados en 1987 con la mediación de algunos sindicatos y posteriormente se cedieron al IPV (Instituto Provincial de la Vivienda), que sacó la licitación para hacer la infraestructura. “Se presentó el proyecto a término, pero nunca se aprobó ni se hizo nada”, explicó Cruz. Ante la falta de respuesta, los propietarios decidieron ocupar sus tierras. “Hace 16 años que vivimos acá y estamos luchando por el barrio”, afirmó el dirigente.
Desde el 2002, los vecinos trabajan para que se apruebe la urbanización. Hasta ahora sólo encontraron trabas. “Teníamos que presentar en el Consejo Deliberante las medidas de los terrenos. Los nuestros son de ocho por veinticinco, por lo que tiene que haber una ordenanza municipal que los acepte, porque no son de diez por treinta. Entonces, cuando se entregó el proyecto ya aprobado por cada ente estatal, la Comisión de Obras Públicas del Consejo Deliberante rechazó el pedido tres veces”, contó Cruz.
El año pasado empezaron nuevamente con los reclamos. Lo único que faltaba hasta ese entonces, según el líder barrial, era el visto bueno de esa comisión. “En lugar de decir que estaba todo bien, pidieron un certificado de impacto ambiental, cosa que se hace cuando se presentan los proyectos del barrio, antes de que se construya. De todos modos lo hicimos. Después de eso, el ingeniero Colinas, asesor del mismo sector, lo vuelve a rechazar pidiendo planos de desagües pluviales y cordón cuneta, anteriormente entregados”, se quejó.
“Las veces que pedimos audiencia por escrito con Miguel Isa nunca nos atendieron. Siempre salió un secretario a decir que estaba ocupado o no había llegado todavía. Así que esta es la primera vez que un funcionario tan importante nos tiene en cuenta”, afirmó Cruz.
En la vereda de enfrente, la misma vereda
En medio de la charla con los miembros del comité local, aparecieron dos vecinas del barrio de enfrente, San Cayetano. “Nosotras también tenemos problemas. Cuando sube el agua por las lluvias no podemos ir a trabajar hasta que no baje. A ella se le inunda la casa”, señaló una señora rubia a otra un poco más alta y morocha, Agustina.
Justo donde termina el asfalto, baja una pequeña calle con cordón cuneta de tan sólo dos años, que se encuentra destruida por la corriente que baja de Nuestra Señora del Carmen. “El pozo que cubre la calle se hace cada vez que llueve. Arrastra piedras y barro que se me meten en la casa. En Navidad tuve que llamar a Defensa Civil para que nos ayude. Ya hicimos los reclamos correspondientes”, dijo mientras mostraba la carta que mandó a las autoridades municipales.
“El problema es que esta zona de pendiente tendría que haber sido construida con un canal por abajo para que no se inunde todo, pero las cosas se hicieron mal y acá está”, señaló Cruz al hueco que ocupaba el 50 por ciento de Rivadavia al 2200.
Barrio adentro
Saltando los charcos y el barro de una de las callecitas abiertas a pico y pala por los propios vecinos, y esquivando a un grupo de chicos que jugaba a la pelota, apareció Rosa, una señora mayor que vive 200 metros barrio adentro. “Estoy yendo a la salita de Las Lomas, es que acá no tenemos a dónde ir”, explicó la mujer. Al no estar constituidos ante el municipio como barrio, no pueden tener ni sala con médico y enfermera, ni colegios. Ella y su bolsita de remedios se despidieron y cruzaron un puente hecho por la gente de la zona.
También caminaba por el lugar Cristóbal, que arrastraba una bicicleta vieja y transpiraba del calor. Avido de enseñar la realidad del barrio, se dirigió hacia el límite este, para mostrar el canal que regularmente se llena de agua e impide que los chicos que bajan hacia el centro puedan asistir a clases. “Ya se han caído varias personas al agua. Ahora está bajo, pero cuando sube es un peligro. Como el camión de la basura no entra, casi, entonces muchos tiran al canal y eso, más el barro, los yuyos altos y las piedras, hacen que el lugar sea un desastre”, afirmó el hombre.
Ya con varios vecinos que se sumaron al peregrinaje barrial, al llegar a la zona que señalaba Cristóbal todo parecía más verde. Sobre el cauce, dos chicos jugaban con las piedras. “Se inunda hasta los bordes. Para cuando está bajo, tuvimos que hacer una especie de puente con piedras”, mostró el vecino.
Un poco de agua me separa
Del otro lado del canal se ven edificios. Apenas se cruza, ya no se está en el barrio Nuestra Señora del Carmen. En esa orilla, el pasto está cortado y hay dos hombres desmalezando los terrenos baldíos. A sólo 20 metros comienza la céntrica calle Belgrano y la urbanización.
Del otro lado quedan los nenes, la bicicleta y los vecinos que lideraron el “barrio tour”. Desde el asfalto no se ven más que tres casas. El “pequeño Bourg” y sus reclamos de luz, agua, gas, cordón cuneta e iluminación quedan escondidos atrás de una loma. Arriba, a los lejos, se ve “la gran villa” burguesa donde está el gobernador que, en su sorpresiva visita del miércoles, prometió novedades para dentro de quince días. Después de 16 años, los vecinos esperan ansiosos.
Calles de tierra y barro se esconden entre la zona céntrica y el Grand Bourg. Durante 16 años fue ignorado por autoridades municipales y provinciales, pero el miércoles pasado, después de un corte de calle y quema de gomas justo antes de la curva que sube a la gran villa burguesa, el barrio Nuestra Señora del Carmen salió del anonimato.
El humo y las más de cien personas, que esa mañana pedían por la urbanización del lugar, llamaron la atención del gobernador Juan Manuel Urtubey, que se acercó a hablar con los vecinos.
La medida de fuerza fue tomada luego de que la comisión que lleva adelante la lucha agotara todas las vías burocráticas para el tendido de los servicios. El modo de protesta piquetero -“una plaga peor que el dengue”, según se refirió ayer a la mañana el intendente de Mosconi, Isidro Ruarte- fue el único recurso que atrajo a un alto funcionario y revivió el reclamo de luz, agua, gas, cordón cuneta e iluminación de las más de 600 propietarios de la zona.
Calle abajo, rodando voy; calle arriba, no
La mejor manera de dar instrucciones para llegar al barrio es indicar a los visitantes que sigan la continuación de la calle Entre Ríos, Guerra Gaucha, hasta encontrarse con el Templete de San Cayetano. Una vez allí, hay que doblar a la izquierda y avanzar unos cien metros, hasta donde se termina el asfalto. Esa es la entrada más cercana al centro que tiene Nuestra Señora del Carmen.
En la esquina, junto a varios vecinos, esperaba Hugo Cruz, presidente de la comisión del barrio. El paisaje que rodeaba al líder comunal era, por sobre todo, verde: los altos pastos a los costados de un ripio erosionado por el agua indicaban la falta de mantenimiento por parte del municipio.
Los terrenos fueron comprados en 1987 con la mediación de algunos sindicatos y posteriormente se cedieron al IPV (Instituto Provincial de la Vivienda), que sacó la licitación para hacer la infraestructura. “Se presentó el proyecto a término, pero nunca se aprobó ni se hizo nada”, explicó Cruz. Ante la falta de respuesta, los propietarios decidieron ocupar sus tierras. “Hace 16 años que vivimos acá y estamos luchando por el barrio”, afirmó el dirigente.
Desde el 2002, los vecinos trabajan para que se apruebe la urbanización. Hasta ahora sólo encontraron trabas. “Teníamos que presentar en el Consejo Deliberante las medidas de los terrenos. Los nuestros son de ocho por veinticinco, por lo que tiene que haber una ordenanza municipal que los acepte, porque no son de diez por treinta. Entonces, cuando se entregó el proyecto ya aprobado por cada ente estatal, la Comisión de Obras Públicas del Consejo Deliberante rechazó el pedido tres veces”, contó Cruz.
El año pasado empezaron nuevamente con los reclamos. Lo único que faltaba hasta ese entonces, según el líder barrial, era el visto bueno de esa comisión. “En lugar de decir que estaba todo bien, pidieron un certificado de impacto ambiental, cosa que se hace cuando se presentan los proyectos del barrio, antes de que se construya. De todos modos lo hicimos. Después de eso, el ingeniero Colinas, asesor del mismo sector, lo vuelve a rechazar pidiendo planos de desagües pluviales y cordón cuneta, anteriormente entregados”, se quejó.
“Las veces que pedimos audiencia por escrito con Miguel Isa nunca nos atendieron. Siempre salió un secretario a decir que estaba ocupado o no había llegado todavía. Así que esta es la primera vez que un funcionario tan importante nos tiene en cuenta”, afirmó Cruz.
En la vereda de enfrente, la misma vereda
En medio de la charla con los miembros del comité local, aparecieron dos vecinas del barrio de enfrente, San Cayetano. “Nosotras también tenemos problemas. Cuando sube el agua por las lluvias no podemos ir a trabajar hasta que no baje. A ella se le inunda la casa”, señaló una señora rubia a otra un poco más alta y morocha, Agustina.
Justo donde termina el asfalto, baja una pequeña calle con cordón cuneta de tan sólo dos años, que se encuentra destruida por la corriente que baja de Nuestra Señora del Carmen. “El pozo que cubre la calle se hace cada vez que llueve. Arrastra piedras y barro que se me meten en la casa. En Navidad tuve que llamar a Defensa Civil para que nos ayude. Ya hicimos los reclamos correspondientes”, dijo mientras mostraba la carta que mandó a las autoridades municipales.
“El problema es que esta zona de pendiente tendría que haber sido construida con un canal por abajo para que no se inunde todo, pero las cosas se hicieron mal y acá está”, señaló Cruz al hueco que ocupaba el 50 por ciento de Rivadavia al 2200.
Barrio adentro
Saltando los charcos y el barro de una de las callecitas abiertas a pico y pala por los propios vecinos, y esquivando a un grupo de chicos que jugaba a la pelota, apareció Rosa, una señora mayor que vive 200 metros barrio adentro. “Estoy yendo a la salita de Las Lomas, es que acá no tenemos a dónde ir”, explicó la mujer. Al no estar constituidos ante el municipio como barrio, no pueden tener ni sala con médico y enfermera, ni colegios. Ella y su bolsita de remedios se despidieron y cruzaron un puente hecho por la gente de la zona.
También caminaba por el lugar Cristóbal, que arrastraba una bicicleta vieja y transpiraba del calor. Avido de enseñar la realidad del barrio, se dirigió hacia el límite este, para mostrar el canal que regularmente se llena de agua e impide que los chicos que bajan hacia el centro puedan asistir a clases. “Ya se han caído varias personas al agua. Ahora está bajo, pero cuando sube es un peligro. Como el camión de la basura no entra, casi, entonces muchos tiran al canal y eso, más el barro, los yuyos altos y las piedras, hacen que el lugar sea un desastre”, afirmó el hombre.
Ya con varios vecinos que se sumaron al peregrinaje barrial, al llegar a la zona que señalaba Cristóbal todo parecía más verde. Sobre el cauce, dos chicos jugaban con las piedras. “Se inunda hasta los bordes. Para cuando está bajo, tuvimos que hacer una especie de puente con piedras”, mostró el vecino.
Un poco de agua me separa
Del otro lado del canal se ven edificios. Apenas se cruza, ya no se está en el barrio Nuestra Señora del Carmen. En esa orilla, el pasto está cortado y hay dos hombres desmalezando los terrenos baldíos. A sólo 20 metros comienza la céntrica calle Belgrano y la urbanización.
Del otro lado quedan los nenes, la bicicleta y los vecinos que lideraron el “barrio tour”. Desde el asfalto no se ven más que tres casas. El “pequeño Bourg” y sus reclamos de luz, agua, gas, cordón cuneta e iluminación quedan escondidos atrás de una loma. Arriba, a los lejos, se ve “la gran villa” burguesa donde está el gobernador que, en su sorpresiva visita del miércoles, prometió novedades para dentro de quince días. Después de 16 años, los vecinos esperan ansiosos.
- Nota publicada en el semanario salteño Cuarto Poder. Sección Barrios.
- Fotos de Julieta Lucero.
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