Barrios. Por: Julieta Lucero Ni porteño, ni compadrito, ni realidad que se asemeja a la del Hombre que está solo y espera , el barrio Scalabrini Ortiz no tiene mucho del parco varón anti-intelectual que pondera lo no dicho por sobre lo dicho, descripto en 1931 por el integrante de la FORJA (Federación de Orientación Radical de la Juventud Argentina), que le prestó el nombre a esa zona de la capital salteña. A diferencia del personaje del libro pos-yrigoyenista, a orillas de la avenida Monseñor Tavella, las mujeres que lideran el centro vecinal no se callan nada. Lejos del puerto de Buenos Aires, saben que el que no llora no mama, ni acá, ni en Ushuaia, ni en la Quiaca. Después de años de lucha por la pavimentación, y de una mediática inauguración de las obras el 10 de octubre del año pasado por parte del intendente, Miguel Isa, y el vicegobernador, Andrés Zottos, las obras inconclusas que recorren las calles Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz describen tres cosas. Por un lado...
Un poco de chancho. Otro poco de rosa.