Qué horriblemente complicado es decidir la cara del blog cuando uno no se siente como para salir de casa. No. No es una irracionalidad lo que acabo de escribir. Hay gente que se levanta para ir al trabajo y se pone lo primero que encuentra. Hay gente que se levanta dos horas antes de lo que debería para elegir qué ponerse. Hay gente que no tiene para elegir, y otra que no tiene trabajo. Lo mío es una cuestión de energía. ¿Dormí bien o me duele la espalda? ¿Tengo tiempo de tomar un mate o voy a hacer pasear a la taza de café con leche por toda la casa mientras me preparo? ¿Soñé con mi ex o con el número que gana la lotería? ¿Hace frío y hay sol, o son las siete de la mañana y ya hay gente con olor a chivo? Todos factores determinantes de mi humor y, como consecuencia de ese estado de ánimo, el tipo y color de ropa que use esa mañana. Y tarde. Y noche. Porque a veces el proceso se repite. Un ejemplo: cuando fue un día de trabajo horrible y la remera y el pantalón que tengo puestos tiene ...
Un poco de chancho. Otro poco de rosa.